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miércoles, 17 de agosto de 2011

CLANDESTINOS

En el verano de 2009, el Colectivo de Letras Libres abordó realizar textos para editar un fascículo, cuyo título se decidió por unanimidad que podría llamarse “KLAN-DESTINOS”.



El trabajo quedó paralizado a los pocos meses, al enfrascarse en otras tareas. Ahora, dos años después se retoma, y entonces observamos que los textos que ya estaban escritos entroncan muy directamente con el movimiento de “indignados” del 15M (15 de mayo de 2011), es decir nos habíamos adelantado, lo cual significaba que el malestar que ese movimiento saca a la calle, ya germinaba en nuestras mentes y, seguramente, en la de muchos españoles.


Como anticipo al fascículo que podría ver la luz en septiembre de 2011, este texto que pertenece a los escritos hace dos años:




No somos de ningún clán
Solo nos guía el destino
Si tienen que definirnos
Pueden decir “clandestinos

Queremos poder soñar
Con cambiar la sociedad
Eliminar las barreras
Anulando las fronteras
Que separan los países
Que todo el mundo sea libre
Que acaben las dictaduras
Y las falsas democracias
Que se basan en falacias
Dejen paso a la verdad

Que el ser humano libere
Su orgullo y su dignidad
Pues nadie es menos que otro
Y nadie debe impedir
El reparto de los bienes
Que todos puedan vivir,
Que no haya hambre en el mundo,
No haya niño sin escuela
Ni un enfermo sin doctor
Que la paz sea el remedio
Que nos alivie el dolor

Y así, soñando, soñando…
Permítannos entonar
Este pequeño homenaje
A la clandestinidad:

“Es mejor estar prohibido,
Olvidado, perseguido,
Por media humanidad,
Si con ello ayudamos
A que la otra mitad
Pueda pensar que algún día
Tendrá su oportunidad.

¡Que no sea una utopía!,
Permítaseles luchar
Para hacerlo realidad”

martes, 2 de agosto de 2011

La crisis

Ahora que tanto se habla de "crisis", extraigo este texto escrito hace unos años, cuando empezaba este monumental caos, en el que intento reflejar lo que de verdad es una crisis...todo lo demás son pamplinas


Ricardo estaba preocupado por Juan, su entrañable amigo y compañero de curro. Hacía tres días que no asistía al trabajo y, que Ricardo recordara, era la primera vez que se producía una ausencia tan prolongada, pues Juan sería un tipo muy juerguista y trasnochador, ahora bien, para cumplir en el curro era siempre el primero. Así que, aunque le daba cierto corte, decidió llamar a su casa a ver que le ocurría.

Se puso Matilde, su mujer, a la que Ricardo conocía solo del día de la boda y por lo tanto no tenía con ella mucha confianza, pero suficiente para preguntarle por Juan “es que como lleva tres días ausente, pues me pregunto si estará bien o si necesita algo”.

Matilde, muy correcta, le agradeció su interés, pero no fue muy explícita en sus explicaciones, se limitó a decir “lo está pasando muy mal, es por esto de la crisis, pero esperamos que en unos días se le pase u vuelva a la normalidad. Le diré que has llamado, gracias por tu interés”. Ricardo se quedó sorprendido por la respuesta, pero no quiso indagar más, en la espera de que pronto recuperaría a su amigo y se explicaría todo.

Pasaron varios días y, una tarde, se topó con Inés, la hermana de Juan, a quien conocía de cuando estaban solteros e iba a casa de sus padres. Aprovechó para preguntar por él. Inés pareció incómoda con la pregunta, pero, pese a ello, le explicó “Mira Ricardo, la verdad es que no se lo quieren decir a nadie, porque pensaban que era algo pasajero pero pasan los días y no parece recuperarse. Es la dichosa crisis esa que le tiene doblao”. Una vez más Ricardo se quedó atónito, pero que podía decir, ¿la crisis?, joder, ya se sabía que la cosa estaba chunga, pero todos lo soportaban con estoicismo, no había que magnificar los acontecimientos, además tampoco se sacaba nada con ello.

Le estuvo dando vueltas otros días, y finalmente se decidió a hacer una visita al domicilio de Juan. Si estaba inmerso en una depresión, lo mejor eran los buenos amigos, y a ser posible salir a tomar algo por ahí, seguro que eso le sentaría bien.

Así que, sin más preámbulos, se dirigió a casa de Juan, con una botellita de whisky que previamente compró, esperando sirviera para endulzar su misión. Le recibió Matilde, que no se sorprendió de verlo, y le dijo “Pasa, pasa al salón, está ahí viendo la tele, así se pasa horas”. Animado por el recibimiento, Ricardo entró el salón y saludó a Juan efusivamente “Coño, tío, me tenías preocupado, pero veo que estás hecho un pincel, eh?”. Juan le sonrió y se puso en pie para saludarle, pero entonces, cayó en redondo agitándose con fuertes convulsiones y babeando por la boca. Matilde entró precipitadamente a atenderle, mientras le decía “Lo siento Ricardo, pero en cuanto se retrasa la medicación, vuelven los ataques, estamos desesperados, no dan con ello, no sé como acabará esto”.

Ricardo salió acongojado a la calle. Ahora comprendía que realmente su amigo del alma “estaba en crisis”.