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miércoles, 5 de agosto de 2015

Influencias lunáticas

Erika llevaba tiempo planteándose cambiar radicalmente su vida.

Había nacido en el mes de Julio y, sin poder ella elegir, pertenecía al signo de Cáncer, del cual se dice que sus portadores están influenciados, positiva o negativamente, por la magia de la luna llena.

Ella no quería creer en esas elucubraciones, pero debía admitir que su vida actual dependía exclusivamente de la luna. Sus horarios, sus vacaciones, todos sus planes se veían determinados por la luna, y eso era lo que ella quería cambiar.

Desde que faltaron sus padres y le dejaron su pequeño piso en herencia, había vivido una vida austera, privándose de muchos de los placeres de la juventud y dedicada, casi exclusivamente a su trabajo como camarera en un disco-pub de moda, al que había dedicado ya cinco años y era la más antigua de la plantilla. Su buen hacer y su profesionalidad  habían conseguido que el gerente del local la mantuviera al frente del personal de barra, y las propinas de los clientes contribuían a engrosas sus ahorros, con los cuales estaba en condiciones de plantearse dar la vuelta al mundo varias veces seguidas, esa era su motivación.

Pero hasta entonces, Erika continuaba su ritmo de trabajo acostumbrado, marcado siempre por los designios de la luna. Llegaba puntualmente, una hora antes de que se procediera a abrir al público y encender el luminoso de la fachada que daba título y crédito al local en la noche capitalina. Se enfundaba el escueto y mínimo uniforme que la dirección tenía diseñado para las camareras y que a menudo le costaba tener que poner freno a las intenciones de algún cliente pasado de copas, procedía a ordenas mesas y bebidas y a la hora convenida se encontraba en su puesto con la mejor sonrisa, dispuesta a atender a los clientes tempraneros.


Era el momento en que los porteros y vigilantes abrían las puertas con solemnidad como cumpliendo un estudiado ritual y se encendía el magno luminoso que podía verse desde diferentes puntos de la ciudad. En él bajo el epígrafe “disco-pub” resaltaba estelarmente el nombre mágico:  LA LUNA