Ella pertenecía al cuerpo de
bomberos municipal y, cuando no había salida, tocaba entrenarse duramente para
estar siempre preparados ante una posible alarma.
Esa tarde habían tenido que
hacer frente a un pequeño fuego doméstico, aparentemente inofensivo, pero que
había implicado el rescate de dos menores que se habían quedado solos en el
interior de la vivienda. Ella había sido una de los rescatadores.
El era ingeniero de obras.
Se pasaba el día entre numerosos cálculos e infinitos procesos para los
proyectos en curso. Ahora mismo, la construcción de una nueva presa en el cauce
del Guadalquivir ocupaba la mayor parte de su tiempo, si bien también debía
atender otros proyectos menores que, nunca se explicaba cómo, siempre recaían en
su mesa.
Volvía a casa, cansado pero
deseoso de encontrar a su pareja, conocedor de que ahora le tocaba calcular la resistencia,
porosidad, ductilidad, permeabilidad, humedad y otros cuantos factores de un
material muy distinto, un material que llevaba nombre de mujer, pero esos
cálculos siempre los hacía con gusto.
Ella llegaría casa, tomaría
una ducha que limpiase los restos de hollín de su cuerpo y buscaría su
compañía. El problema es que ese fuego que tenía en casa, ni quería apagarlo ni sabía cómo.
4 comentarios:
Ese fuego en lugar de apagarlo hay que avivarlo, es el fuego del amor.
Dices que te recuerdo las caciones de protesta, yo por naturaleza soy protestona, en esta poesía no protesto ni la mitad de lo que querría y tengo in mente.
Besos.
Hola, gracias por tu visita y tu comentario.
Como me dices en él una ciudad tan bonita como ésta no merecía esta gente, pero le votaron y las urnas son las que mandan.
Nunca les voté, si lo hubiera hecho me corto la mano.
Besos.
Hola, aquí estoy otra vez a agradecerte tu visita y tu cariñoso comentario.
Me dices en él que a ti te pudieron escribir la carta de mi entrada si no fuera porque el que te fuiste, fuiste tú, eso me dijo una amiga que la leyó el otro día con respecto a cuando dejó a su pareja.
Los motivos los he sacado, aparte de mi creatividad, de todo lo que pasa a nuestro alrededor, del día a día y de lo malo que hay en nuestra sociedad.
Un abrazo, te deseo una feliz semana.
Te deseo toda clase de felicidad y paz en estas Fiestas de Navidad, que las vivas con alegría y las comparta con tus seres queridos y, así, todos unidos, lo celebréis con alegría y alborozo y vuestro corazón lleno de gozo. Con todo mi cariño, Demófila.
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