Siempre he mantenido la teoría de que antes de bautizar a un
nuevo ser, debe cuidarse mucho la elección de un nombre, ya que éste le
acompañará toda su vida y puede, en ocasiones, determinar su destino. Pues
bien, esto no es solo aplicable a los seres humanos, yo creo que también debe
aplicarse a las mascotas y en especial a los perros. He aquí un ejemplo de lo
que le sucedió a un conocido mío.
Adquirió en una tienda
de animales un cachorro de pitbull, (raza que se caracteriza por su
agresividad), se preocupó de tenerle actualizado en todas las vacunas y
requisitos que la ley impone, en concreto para este tipo de perros. Lo adiestró
de forma que solo obedeciera su voz y lo bautizó con el nombre de KER, debido a
que él era el titular de unas tiendas de electrodomésticos que llevaban ese
nombre, aunque se escribía Quer, pero como la fonética era idéntica, pensó que
para el perro resultaba más apropiado escribirlo con K.
Pues bien, KER fue
creciendo normalmente y obedeciendo fielmente a su amo. Todos los amigos y
vecinos que se mostraron preocupados al principio por el tipo de perro que
había elegido, tuvieron que acabar reconociendo que el animal era inofensivo y
solo respondía a la voz de su amo, estaba suelto en el jardín del chalet
adosado, pero podías entrar en su territorio que él se limitaba a emitir un par
de ladridos avisando a su amo de la visita y se dejaba acariciar sin poner
ningún problema.
Un día estaba su propietario con una amigo sentado en el
jardín, bajo la atenta mirada del perro que no les perdía de vista, disfrutando
de una cerveza y de una tertulia sobre cine clásico, en la que tenían opiniones
diferentes, el amigo le pregunto “Entonces
tu ¿a qué actriz prefieres a LANA TURNER o a DEBORA QUER?”, a lo que él sin
dudarlo un instante y elevando la voz contestó, “Por supuesto, DEBORA QUER”.
Esa palabra fue el detonante para que el perro se lanzara al
cuello del amigo provocándole heridas de pronóstico reservado, que no fueron a
mayores por la intervención del propietario, quien entonces se dio cuenta del
error cometido en la adjudicación del nombre al animal.