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jueves, 20 de diciembre de 2012

Relato corto: "Control de residuos"

Llevaba un tiempo con la autoestima muy baja. No sabía a ciencia cierta si era por la llegada de los primeros fríos invernales, rematados posteriormente por ese espíritu navideño que conlleva siempre una cierta tristeza y nostalgia del pasado. Lo cierto es que se sentía profundamente deprimido y, aunque no se quejaba a nadie, comprendía que a su avanzada edad esa situación no iba a mejorar precisamente.

Aquel día la familia había decidido, sin consultarle a él, cosa que se había convertido ya en una costumbre, organizar el llamado "trastero" en un cuarto para juegos de los nietos, con el fin de tenerlos entretenidos y seguros al mismo tiempo. Para ello se había acometido una operación de limpieza a fondo y eliminación de trastos viejos e inoperantes que o bien se guardaban por cariño a una época pasada que nunca volvería o habían caído en desuso al ser desplazados por nuevos artefactos más avanzados tecnológicamente.

Por ello, le llenaron el viejo coche familiar con una máquina de coser a pedal, una de escribir, una bicicleta fija, un tocadiscos de vinilo, una máquina de andar, otra de hacer flexiones, mandos, teléfonos, cables, monitores, televisor en blanco y negro...en fin, un buen número de cacharros, bultos y bolsas repletas, que ocupaban todo el maletero y el asiento trastero.

Le dijeron que, ya que no tenía otra cosa que hacer, se acercase al "punto limpio" más cercano para tirar toda esa basura. Así lo hizo, se dirigió al citado "punto limpio" y pidió ayuda a la encargada del lugar para que le dijese donde podía arrojar cada aparato (contenedor de electricidad, de madera, de plásticos,...) y de paso le ayudase con las cargas más pesadas.

Tras unos minutos, por fin quedó el coche vacío en su totalidad, mostrando las viejas grietas de la tapicería agravadas por algún nuevo rasguño producto del traslado efectuado. Permaneció unos instantes reflexionando al lado del vehículo, para luego tomar el paso de forma decidida y encaminarse nuevamente hacia la señorita responsable del recinto, que le había demostrado que además de joven y guapa era servicial y se prestaba a ayudar en lo posible. La miró de forma directa y le dijo:

"Le quedo muy agradecido por su inestimable ayuda, pero quiero pedirle un último favor, ¿sería tan amable de indicarme en qué contenedor debo depositarme yo?

1 comentario:

DEMOFILA dijo...

Hola, he vuelto para leer tu entrada, hablas en ella de trastos vienos que se conservan por cariño, creo que eso lo hacemos todos, luego nos desprendemos de todos a la vez aunque los guardamos uno a uno, nos cuesta trabajo hacerlo pero lo hacemos, aunque sean parte de nuestras vidas.
Las personas nos hacemos mayores, no viejas, vieja la ropa, no tenemos que tirarnos a ninguna parte, ya llegará nuestra hora, hay que esperarla con tranquilidad de conciencia, como los trastos viejos que se tiran.
Un abrazo,con cariño, Demófila